viernes, 27 de marzo de 2015

CIUDADES-CORAZÓN

Pasado y presente pintado de gris… ¿Cómo diferenciarlos? Son lo mismo, hieren igual, bueno, el pasado hiere más…. 24 horas y un minuto han pasado desde que me dejaras a medias con “te amo y discúlpame” todavía entre mis labios. No pensé, nunca deduje que me traicionarías tan vilmente.

La cruzada que emprendí en busca y captura de ese amor que cambiaría mi vida por completo, que redimiría los pecados del ayer va de mal en peor. La decepción y la amargura vestida de caballero oscuro de reluciente espada han diezmado mis tropas a un tercio de la mitad menos mi esperanza y la virtud de la paciencia, que han caído a los pies de la sombría muerte.

¡Oh! Cuan grotesco espectáculo presenció mis ojos. La Veracruz con tu retrato en la cúspide se partió por la mitad y cayó al suelo. Dos capitanes con túnica negra y ojos esquivos desangraron a la seguridad y la confianza a golpe de mazo y hurtaron la parte superior de la Veracruz, tu retrato sacrosanto, mi santo grial me fue arrebatado.

Mi audacia, aunque cegada por la inspirable marcha fúnebre presidida por el dolor, aquel que había reducido a escombros Yanir, la capital en cuya catedral mi corazón te rendía homenaje ofreciéndote bellas palabras acompañadas de incienso de rosas recién cortadas, ordenó la retirada de las pocas tropas que en pie se mantenían.

Mi majestuoso carro marchó en cabeza, mi corona de las doce piedras, aunque apagada, seguía sobre mi cabeza emitiendo brillo. El cetro que reposaba sobre mi mano derecha, ardía de ira, celos y confusión.

Mis maltrechas tropas me siguieron y dejaron atrás a aquel pozo de sangre envuelto en penumbra. Raudos mis caballos avanzaban por aquel camino que se estrechaba cada vez más. Mientras en mi carruaje una lágrima salida de la cuna de mis ojeras escribía la última carta a Yanir, la ciudad gloriosa e impetuosa, capital de mi reino, que en una sola tarde fue reducida a escombros y abandonada al Olvido, quien la anexionó para sí.

Cuando la oscuridad se volvía pegajosa y mis caballos luchaban por no dejarse impregnar de ella, mis ojos ciegos por la misma, soñaban con establecer otra imponente capital para mi descolocado reino. Tres hermosas ciudades, con sus tres bellas y completas patronas se erigían ante mi memoria quien era incapaz de distinguir una de la otra. Sabín, la reina de los ducados. Noble, plebeya, majestuosa, aunque cerrada. Su muralla con tres niveles, altos picos y un ancho foso, delimitan la misma, muralla construida gracias al sufrimiento de los años de su fundación.

Arrasada por la Desolación y destruida por las reinas Ana y Mía, cuyo imperio se extiende sobre la lejanía, se ha hecho fuerte e impenetrable, no obstante el fruto del corazón de su patrona, emboba mis sentidos cual abeja ante un panal de miel.

Laúr, que aunque secundaria también es principal. Su fuente, sus calles y el aroma de sus esquinas me enloquece. Me imagino la lindeza del rostro de su patrona, de su dueña absoluta, quien comparte dominio con mi corazón. Sus soldados apodados “Resistencia” y “Voluntad” poco a poco consiguen hacer retroceder a sus enemigos y nadie ha podido derrotarles.

Valén es la tercera. Aunque la última en mis planes la más importante de todas. Es mi alma, mi ser, mis entrañas, mi ley y mi tabla en la cual apoyarme, el bastón de mi senectud. Todo y nada, es mi mayor perdición. Su clima es unas veces ardiente y cálido cual desierto y otras veces frío a semejanza del peor de los inviernos.


Mi espejo, mi reflejo en el agua hecha dama, mi confidente, más que una amiga es su patrona. ¿Qué ciudad he de elegir como capital? Ese es el dilema que me hace huir del calor de mi cama, mientras a través del agujerito de la carpa al otro lado de la montaña, veo que están erigiendo una nueva ciudad libre, totalmente libre y gloriosa: Lorén. 

martes, 3 de marzo de 2015

Todos los caminos me llevan a ti

He enviado un recurso al tribunal. ¿A que tribunal lo envie? Al tribunal mi corazón, de mis sentimientos, de mi dedo que agudizado te señalaba. Porque los que creía mis aliados me han traicionado y los que creía enemigos se han vuelto aliados. ¿Así es esta vida? Pues si... Querida Martina, así marchan las cosas en mi interior...

Escribo esta carta que nunca leerás, estas letras que tus ojos no verán danzar... Sentimientos de un corazón desnudo. Pese que aborrezcas las letras yo te amo a ti... Vaya cambio, ¿no? He llegado a sentir afecto por la misma persona a la que hace unos meses aborrecía...

¿Porque te despreciaba? ¿Por que me causabas asco y repulsión vomitiva? ¿Por un simple error? ¿Por algo que cometemos todos empujados por la ceguera de la ignorancia?
No hace falta que me respondas, muchacha de tierna mirada y pelo de cafe. Te respondera esta inútil carta a ninguna parte. La única respuesta posible es que no soy tan fuerte como parece...

Soy semejante a la marea, que impetuosa golpea las rocas de los acantilados, para luego avergonzada y retraída, retirarse manipulada por su hermana la corriente.  Pero he descubierto ese metal virgen, las ventanas de tus ojos se han abierto ante el paso tenue de mis dulces palabras cual bálsamo para las arrugas de tu corazón. 

Por eso lloro, pues las visiones me inquietan. ¿Sabes que moriría por un abrazo tuyo? ¿Que mataría por uno de tus besos? Aunque solo fuera en la mejilla, un calmado y pausado beso, de esos que hacen que el tiempo se detenga...

Lo sabes princesa. Sabes que te están utilizando para un fin carnal. Tus ojos te delatan. Todos saben acerca de tus bellas formas, de tus resplandecientes posaderas, pero ¡oh! Nadie sabe, ¡Nadie!, lo que has pasado para poder lucirlas.

Y yo lo sé, y no creo en las casualidades reina, creo que el destino ha querido que lo sepa, bueno, que el azar nos juntará, lo sé, lo presiento. Cuando te vuelvan añicos el alma, cuando te usen y jueguen contigo cual muñeca de trapo...

No se cuanto tiempo tardarás en ser mía... Pero lo serás reina, pues conozco todos tus secretos. Bueno... no todos... pero si algunos de los más oscuros, y por eso confio y quiero estrecharte entre mis brazos.

Puede que lo sepas. Que presientas lo que pasa por mi mente. Créeme, que he intentado dejarte a un lado, olvidarte, pero no puedo... No quiero, no después de hablar contigo y sentirme cómodo, a gusto, y que una sonrisa tonta se dibuje en mi...

Que tiemble como un enfermo cuando te desnudo mi corazón y te dejo que lo tomes...
Te han hecho sufrir en el pasado, te han hecho llorar... Me duele cual puñal helado en mi alma. Si te intentan hacer llorar no lo conseguirán porque yo te secaré las lágrimas. ¡Qué dolor! ¡Cuántas lágrimas en el suelo al enterarme yo que incluso tu inocencia quisieron quitar!

Pero confía, yo estoy aqui para devolverte lo que la vida te ha robado, lo que los malos mozos te han arrebatado: tu alma, tu ser, tu interior... Yo te lo daré mientras al oido te digo: Martina, ¡TE AMO!