viernes, 18 de diciembre de 2015

Dórico.

Paredes colosales, columnarias hercúleas,
no son paredes, no son cabezas áureas
son piernas de toro, que jamás fueron usadas.

Dorios, pueblo ignorante,
fuerte como el hierro macizo,
y negro como el azabache.
En las sienes de tu conocimiento
dieron golpe los dioses olímpicos,
saliendo de tus lumbreras cruel Prometeo,
que la desgracia traería al Mundo,
cual nunca vieron los mares del Egeo.

Rudeza extrema los sentidos agitan,
no puedo soportar otro día
contemplando su dureza
por mucho que me lo pidas.

No soporto sus pesadas cargas,
no puedo soportar el terrible peso,
de su compostura sobre mis espaldas.
Sería irónico querer ahora sustituir,
la belleza mental por la insurrección
de los sentidos, enemiga de la razón,
de los sentimientos sin duda perdición.

No eres tú. anónimo,
no me interesas tu, artesano.
Males y calumnias
provocas a tu prójimo,
no me mientas, ya no vale
que pronuncies todo
lo que ayer te callares.

Columnas que parecen pilares,
No es de mi agrado verte princesa
por aquellos infructuosos lares,
no sea que tu corazón de fresa
destrocen, y que tu aliento de vida
quede para siempre empobrecida,
absorbida en una columna
que en una vida pasada,
fue pilar, desprendió rotura.

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