miércoles, 18 de febrero de 2015

Alicia...


De noche me siento, miro las estrellas... Luego pienso en ti y siento que te miro a los ojos, mientras me centro en una estrella, en la más bonita de todas... Luego recuerdo que faltan cinco minutos para las 12 de la noche del día más especial de tu vida...

Porque tu, sin saberlo, te has llevado mi alma contigo. Te escribo esto, porque es el único medio de llegar a ti, y no morir en el intento... Y he rasgado, manchado de tinta y tirado contra la pared una montaña de folios en los que intentaba definirte. 

Y es que, por cada vez que intentaba buscar una palabra, una sola palabra que te definiera como esa persona que ha ido más allá de mi corazón y mis sentimientos sin habernos visto las caras. Cada vez que escribía un adjetivo en esos folios lloraba como un niño, pues eso no era suficiente para expresarte todo lo que siento. Por lo tanto cogía un diccionario y lo abría como un loco, buscando tu nombre desesperado. 

No encontraba tu nombre, así que cerraba el diccionario y violentamente lo lanzaba a la pared mientras, acurrucado en el rincón más oscuro de mi habitación mientras gritaba tu nombre mientras entre sollozos maldecía el azar por haberme arrebatado tu voz.

Eso era lo único que conocía de ti, tu voz. Y gracias a ella me conquistaste, me sedujiste. Añoro tus palabras reconfortantes, añoro tus ánimos, esas noches en las que cada uno nos desvelábamos nuestros secretos. Aquellos juegos del gato y del ratón, aquellas bromas que hacíamos los dos, solamente los dos.

Maldigo con todas mis fuerzas cada noche ese triste día en el que tu voz me dejó de animar, me dejó de socorrer, me dejó de amparar. Maldito arcén, maldito tractor... Maldita la causa de tu muerte, ese oscuro e inquisidor misterio que haría que tu luz se apagara para siempre.

He aquí que como bruja feneciste siendo una princesa. Y hoy, el día en el que cumplirías 22 dulces primaveras. Quiero entonar el mea culpa. Vengo con la intención de pedirte disculpas, porque cuando estabas viva no te di tanta importancia ni tanto lugar en mi vida y he tenido que ver como te ibas de mi vida para ver cuan importante eras y como te echo de menos.

Se que es tarde, pero se que me has perdonado. Lo se por las últimas palabras que salieron de tus labios: "David, te quiero". ¿Como se puede querer a alguien a quien no has visto? ¿Como se puede amar a alguien desde la distancia? La respuesta es simple y la tengo ante mis narices: Porque no hace falta ver a alguien para conocerle. Porque puedes intimar muchisimo mas con alguien que nunca has visto que con alguien que ves todos los días...

Porque estabas hecha de otra pasta, porque una chispa especial nos unía a ambos cada noche. Porque desde que te fuiste, desde que dijiste esas cosas tan bonitas de mi, no puedo evitar amarte. Si, te amo. Es demasiado tarde pero te amo. De manera póstuma pero te amo. 

Se que ese amor es imposible, por el mero hecho de que no te puedo ver, no se puede consumar, pero te amo... Se que tu que lees esto me tildarás de lunático, de loco, de psicótico por amar un muerto, pero para mi es algo mucho más allá.

Se que está a mi lado, noto un sonido en mis oídos cada vez que me despierto, como el vibrar de las campanas de una iglesia son semejantes, pero no me desagrada, me alegra, me satisface, porque se que eres tu diciéndome que estás aquí...

Cada mañana, al salir de camino a mi rutina, veo a una preciosa chica de pelo castaño y ojos claros, que al cruzar nuestros pasos, nuestras miradas lo hacen y ella me dibuja una sonrisa timida pero segura. Es ahí cuando yo pienso, ¿Eres Alicia? Y enseguida un escalofrío me lo confirma, cuando en el cielo, pasa una estrella fugaz. 

martes, 17 de febrero de 2015

Las juras del profano

En el peñasco más olvidado de la mano de Dios, en el último acantilado de la tierra. Allí donde se matan los enamorados, cuya sangre hace bramar las olas del profundo mar, allí hizo mi ser jurar a Benjamín, príncipe del corazón de mi amada, deudor de todas sus sonrisas, lo hizo debajo de mi espada y con la Santa Biblia en sus manos:

-¡Oh paladín! Que de violar este juramento acabes desgraciado y desangrado sobre una roca y tu casa convertida en muladar. ¡Que tus descendientes lisiados nazcan, que sean raídos con violencia y temor de la faz de la tierra! ¡Que tus progenitores fallezcan de sarna y tus hijos de lepra!

¡Que tus bienes, las riquezas en las que se refugia tu alma se esfumen cual incienso de la mañana, y que la carne que degustan tus dientes la desgarren los perros delante de tus ojos, fauces que luego te desgarren a ti!

¡Si osas transgredir en las palabras de este juramento, yo te protesto hoy que perecerás y tus ojos no verán dicha! ¡Júrame hoy ante este altar de piedra, protéstame con claras palabras Lucero! 

He aquí que cual padre conozco las intenciones de tu corazón. Sé que únicamente buscas revolcarte entre sus sábanas, ¿a ella? No la necesitas para nada. Lo que anhelas es su voluptuoso trasero, sus prominentes armas delanteras, la velocidad de sus curvas y la flor de su abdomen. 

Háblame claro y júrame que la quieres por algo mas que por adrenalina y disfrute, que deseas su corazón tanto o más que su cuerpo, que habita en tu corazón como el único espíritu que te habla. 

Si cumples con este tu pronunciamiento, yo te lo profetizo hoy, serás muy dichoso y muy feliz, pues os querréis tanto o más como yo la amo a ella. Que entregaría mi alma, mi ser, a una potestad tenebrosa para poder tenerla entre mis brazos. 

Presta atención oh Benjamín. Porque el día que llegue a mis oídos el llanto procedente de tan dulce dama aquejándose de que has jugado con su alma, con su corazón, sus sentimientos, tomándolos todos en tu mano y arrugándolos como un viejo periódico y tirándolos al pozo del olvido, que te robaste su alma a precio del placer de tenerla una, dos, tres, cuatro noches en tu cama, pequeño promiscuo, pues tu estatura similar a la de una habichuela es. 

También he observado su corazón, su alma pura, y ni la hace feliz el animal, el patán, el rastrero y engreído con el que roza sus labios a regañadientes ni la harás feliz tu con tus palabras embusteras. Robacorazones de pelo dorado que te adentras en sus oscuros secretos mientras de la mano la conduces a la cama para fornicar brevemente y después lo pasado pasó. ¿Que me importa su alma pensaras? -Si lo que quería tener, sus caderas deleitosas y sus posaderas en mi entrepierna dándome placer edenial he tenido?

El día que se cumplan mis vaticinios sobre ti, el día en que bajo la lluvia la desampares, ese día seré la persona más desgraciada al verla llorar por un alma tan andrajosa como la tuya, pero también seré el ser más feliz.

Significará que como cóndor has despegado y tu silueta alejada de ella está. Cuando eso pase, amigo mío... ¡Oh! ¡Ten por seguro que caerá en mis brazos! Pues yo le daré el calor que tú le negaste. en mis abrazos, caricias encontrará la paz, mientras tú como colibrí buscas otra flor que succionar.-

Allí juró Benjamín aquellas tenaces juras a las que fue sometido, y corrió en busca de Clarisa mientras mis viejos ojos blancos se tornaban oscuros y mi corazón se partió en mil pedazos, de resignación, odio, envidia, miedo...



lunes, 16 de febrero de 2015

Joaquín, amado eres de gracia.

No se quien eres tu Joaquín. No tengo noticias de ti desde que el mundo nació para mi. Eres un adolescente inmaduro, intransigente, que a coletazos va yendo por esta vida. Eres todo lo opuesto a lo que yo soy, pero te amo.

Te amo en secreto, pues todas las damas de la tierra te desean. Y me da rabia. Porque todos ellos quieren para satisfacer sus deseos carnales, para que le des vida a su cuerpo, movimientos, embestidas con tu espléndida figura. Pero yo no te quiero para eso...

Yo te quiero por la simple dicha de quererte, de abrazarte hasta que se nos agoten las fuerzas, de admirar tu delicada piel, tus suaves pecas de la cara y recorrer con mis labios ese aroma de tu cuello que me vuelve loca.

Sumergirme en tus labios y probar su sabor mientras al oido te susurro todo cuanto te quiero. Que el mismísimo sol con toda su gloria te queda pequeño. La verdad no se que mas decirte. No se que mas elogiar, sino tus lagrimas de cristal y tu corazón de oro, aunque inmaduro como la verdura de los campos, dorado en su interior.

Solo con verte se que sufres, se que te consumes, se que sabes a lo que van las mujeres buscando de ti, me siento fatal por no rescatarte y decirte estas palabras mientras miro tus tristes ojos marrones que dibujan una tierna aunque fingida sonrisa. Lo se, porque te conozco, aunque no lo sepas te conozco...

Escribo estas palabras porque estoy celosa, celosa de Elisa. Esa chica popular a la que todos se le acercan sin dilación y le cuentan sus más oscuros secretos. Una chica que viene a ti, mi dulce Joaquín, disfrazada de oveja, con oscuras y viles intenciones de aprovecharse de ti, de jugar con tu cuerpo una, dos, tres, o cuatro noches y luego, cuando ya haya usado tu instrumento, tirarte a lo más profundo de la mar del olvido.

Porque la conozco, la he analizado querido mio, se que te hará daño, y lo peor, no se con que cuerda rescatarte de aquel pozo.... No se como quitarte la venda que cierne sobre tus ojos, amado mío, luna de mis días y sol de mis noches, porque con una sola palabra tuya tienes el poder de girar mi mundo, y cambiarlo completamente, o de destruirlo y sumarlo en una profunda oscuridad...

Solo espero poder un día secar esas lagrimas y ayudarte a ver la luz que hay en tu interior, a crear chispas con nuestros ojos, a encender fuego con nuestros besos, enseñarte la palabra FELICIDAD...

miércoles, 4 de febrero de 2015

La máquina loca del loco amor


Habitualmente uno usa este espacio para poner su nombre e información vital sobre uno. Yo no voy a hacerlo, pues mi identidad es indiferente. Deciros que trabajo de cardiólogo en un gran hospital de una gran ciudad, y, desde luego nunca antes me ocurrió lo que me sucedió aquel gris día de febrero, cuando a mi consulta llegó un tipo muy misterioso, con una dolencia aún peor...

Paso hará unos meses pero lo recuerdo como si hubiera sido hoy mismo. Había sido un día bastante tranquilo, únicamente tuve tres pacientes en todo el día así que me dediqué a rellenar informes, que es lo que solemos hacer los médicos en los días tranquilos. No me acuerdo el día exactamente pero recuerdo que estaba a mitad de semana, esos días, salvo raras excepciones suelen ser tranquilos. 

De repente a mitad de mañana la enfermera entra estrepitosamente en la consulta.
-Doctor, en la sala hay un señor que insiste en pasar. 
-¿Tiene cita?
-Me ha dado su nombre pero no consta en nuestros registros, el insiste que es de vital importancia que usted lo revise, dice que le duele el pecho y le cuesta respirar desde hace bastante tiempo.
-Esta bien, hazle pasar, total no hay nadie mas en la sala, ¿verdad?
-No no hay nadie más, ahor.... -Apenas terminaba la enfermera su frase cuando la puerta se abrió. Detrás de ella estaba ese hombre que paso y se sentó en una banca de la consulta sin que nadie le invitara a pasar. Nunca podré olvidar como vestía. No parecía de este siglo la verdad. 

Llevaba una gabardina color marrón grisáceo que le llegaba hasta los pies. He de reconocer que el tiempo era bastante inclemente pero esa gabardina era extraña, no se como decirlo, nunca la había visto lucirla a nadie y menos a alguien con semejante cortesía como aquel hombre. El cuello de la gabardina estaba levantado y la llevaba abrochada hasta arriba del todo. En la cabeza llevaba un sombrero negro como la noche mas oscura y cuya ala se extendía de modo que cubría parcialmente su rostro. Únicamente pude contemplar la parte de abajo, su boca era pequeña y sus comisuras marcadas. 

Sus pasos eran, lentos, firmes, y demasiado elegantes, tanto que en mi vida he visto pasos semejantes, decididos, seguros. Sus zapatos eran color marrón oscuro, tanto que al principio lo confundí con negro. La enfermera al igual que yo estaba atónita, sus ojos como platos y su cara y la mía no reflejaban otra expresión que no fuera de asombro. Mientras el hombre de una forma cortés se sentaba en aquella banqueta, la enfermera haciendo un gesto de cerrar la boca con sus manos, salió por patas de allí. 

Estaba asustada, yo también. Me quede en mi posición analizando a ese hombre con la mirada. ¡NO SABIA QUE DECIR! Me quedé congelado pensando como saludar a aquel misterioso hombre, quien no apartaba la mirada del suelo blanquecino de mi consulta. 
-Perdone... ¿Le ocurre algo?
-Antes de empezar a hablar, ¿podría decirle a su enfermera que dejara de acercar el oído a la puerta? -dijo aquel hombre con un tono grave pero pausado, y, porque no decirlo, bastante varonil. Mi asombro creció con esas palabras, así que me levanté temeroso y me dirigía hacia la puerta cuando el hombre me detuvo.
-No se moleste, se ha ido. 
-¡¿CÓMO SABIA USTED QUE CARMEN ESTABA DETRÁS DE LA PUERTA?!
-Bueno, simplemente oí su vaho en la puerta, cosa que no me cae del todo bien.
-Explíqueme ya que le ocurre, me tiene intrigado.
-Verá, lo que me ocurre es lo siguiente, la verdad he sido un hombre bastante bohemio y bastante enamoradizo. 




lunes, 2 de febrero de 2015

Lágrimas de diamante

Te veo llorar, te he visto llorar... ¿Como puedo ser tan indiferente? ¿Como me acerco y las únicas palabras que me atrevo a decirte son ¿estas bien? ¡Acaso hay palabras mas insulsas y más irracionales que esas! No puedo dormir, la silueta de tu bella sonrisa teñirse de negro alimenta mis peores pesadillas. 

Y es que verte allí temblar de dolor y desolación frente a esa fría silla blanca y triste de color insulsa cual agua recien hervida, sufriendo y gimoteando cual cervatillo herido por un furtivo cazador, hace que mi corazón se parta en mil y un pedazos diferentes y se precipite al vacío de la desolación.

Es llegar a mi morada y lanzarme a llorar, reproduciendo tus lágrimas, tus gimoteos y tus palabras desoladoras a la perfección como si fuera una triste marioneta guiada por las fauces del destino, que cobarde se disfraza en profundo dolor.

Me he resignado que para entrar a tu corazón hay una larga fila y que yo nunca llegaré a estar en sus deleites. Bueno, solo es un ser durmiente el que aguarda los bienes de refugiarse en el corazón de una princesa, pero hay un problema: Tras el ha cerrado la puerta. Eso significa que nadie más que el puede consolarte. Nadie excepto él tiene derecho a besar tus mejillas y a saborear esas lentas pero efusivas lágrimas de diamante con sabor a fresa y a margarita.

No concibo no tenerte, en mis planes no se encuentra el ostracismo de tu alma porque sinceramente me es mejor morir que vivir sin tus palabras, sin tus caricias, sin tus besos, viendo como otro afortunado te besa te toca y te lleva presa del placer al oasis mientras yo, presa de la desolacion cierro los ojos para no volverlos a abrir jamas