martes, 17 de febrero de 2015

Las juras del profano

En el peñasco más olvidado de la mano de Dios, en el último acantilado de la tierra. Allí donde se matan los enamorados, cuya sangre hace bramar las olas del profundo mar, allí hizo mi ser jurar a Benjamín, príncipe del corazón de mi amada, deudor de todas sus sonrisas, lo hizo debajo de mi espada y con la Santa Biblia en sus manos:

-¡Oh paladín! Que de violar este juramento acabes desgraciado y desangrado sobre una roca y tu casa convertida en muladar. ¡Que tus descendientes lisiados nazcan, que sean raídos con violencia y temor de la faz de la tierra! ¡Que tus progenitores fallezcan de sarna y tus hijos de lepra!

¡Que tus bienes, las riquezas en las que se refugia tu alma se esfumen cual incienso de la mañana, y que la carne que degustan tus dientes la desgarren los perros delante de tus ojos, fauces que luego te desgarren a ti!

¡Si osas transgredir en las palabras de este juramento, yo te protesto hoy que perecerás y tus ojos no verán dicha! ¡Júrame hoy ante este altar de piedra, protéstame con claras palabras Lucero! 

He aquí que cual padre conozco las intenciones de tu corazón. Sé que únicamente buscas revolcarte entre sus sábanas, ¿a ella? No la necesitas para nada. Lo que anhelas es su voluptuoso trasero, sus prominentes armas delanteras, la velocidad de sus curvas y la flor de su abdomen. 

Háblame claro y júrame que la quieres por algo mas que por adrenalina y disfrute, que deseas su corazón tanto o más que su cuerpo, que habita en tu corazón como el único espíritu que te habla. 

Si cumples con este tu pronunciamiento, yo te lo profetizo hoy, serás muy dichoso y muy feliz, pues os querréis tanto o más como yo la amo a ella. Que entregaría mi alma, mi ser, a una potestad tenebrosa para poder tenerla entre mis brazos. 

Presta atención oh Benjamín. Porque el día que llegue a mis oídos el llanto procedente de tan dulce dama aquejándose de que has jugado con su alma, con su corazón, sus sentimientos, tomándolos todos en tu mano y arrugándolos como un viejo periódico y tirándolos al pozo del olvido, que te robaste su alma a precio del placer de tenerla una, dos, tres, cuatro noches en tu cama, pequeño promiscuo, pues tu estatura similar a la de una habichuela es. 

También he observado su corazón, su alma pura, y ni la hace feliz el animal, el patán, el rastrero y engreído con el que roza sus labios a regañadientes ni la harás feliz tu con tus palabras embusteras. Robacorazones de pelo dorado que te adentras en sus oscuros secretos mientras de la mano la conduces a la cama para fornicar brevemente y después lo pasado pasó. ¿Que me importa su alma pensaras? -Si lo que quería tener, sus caderas deleitosas y sus posaderas en mi entrepierna dándome placer edenial he tenido?

El día que se cumplan mis vaticinios sobre ti, el día en que bajo la lluvia la desampares, ese día seré la persona más desgraciada al verla llorar por un alma tan andrajosa como la tuya, pero también seré el ser más feliz.

Significará que como cóndor has despegado y tu silueta alejada de ella está. Cuando eso pase, amigo mío... ¡Oh! ¡Ten por seguro que caerá en mis brazos! Pues yo le daré el calor que tú le negaste. en mis abrazos, caricias encontrará la paz, mientras tú como colibrí buscas otra flor que succionar.-

Allí juró Benjamín aquellas tenaces juras a las que fue sometido, y corrió en busca de Clarisa mientras mis viejos ojos blancos se tornaban oscuros y mi corazón se partió en mil pedazos, de resignación, odio, envidia, miedo...



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