lunes, 2 de febrero de 2015

Lágrimas de diamante

Te veo llorar, te he visto llorar... ¿Como puedo ser tan indiferente? ¿Como me acerco y las únicas palabras que me atrevo a decirte son ¿estas bien? ¡Acaso hay palabras mas insulsas y más irracionales que esas! No puedo dormir, la silueta de tu bella sonrisa teñirse de negro alimenta mis peores pesadillas. 

Y es que verte allí temblar de dolor y desolación frente a esa fría silla blanca y triste de color insulsa cual agua recien hervida, sufriendo y gimoteando cual cervatillo herido por un furtivo cazador, hace que mi corazón se parta en mil y un pedazos diferentes y se precipite al vacío de la desolación.

Es llegar a mi morada y lanzarme a llorar, reproduciendo tus lágrimas, tus gimoteos y tus palabras desoladoras a la perfección como si fuera una triste marioneta guiada por las fauces del destino, que cobarde se disfraza en profundo dolor.

Me he resignado que para entrar a tu corazón hay una larga fila y que yo nunca llegaré a estar en sus deleites. Bueno, solo es un ser durmiente el que aguarda los bienes de refugiarse en el corazón de una princesa, pero hay un problema: Tras el ha cerrado la puerta. Eso significa que nadie más que el puede consolarte. Nadie excepto él tiene derecho a besar tus mejillas y a saborear esas lentas pero efusivas lágrimas de diamante con sabor a fresa y a margarita.

No concibo no tenerte, en mis planes no se encuentra el ostracismo de tu alma porque sinceramente me es mejor morir que vivir sin tus palabras, sin tus caricias, sin tus besos, viendo como otro afortunado te besa te toca y te lleva presa del placer al oasis mientras yo, presa de la desolacion cierro los ojos para no volverlos a abrir jamas

















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