miércoles, 16 de diciembre de 2015

Día de la insolencia.

Rugen los cañones al rubor del alba,
suenan las belicosas trompetas al fragor de batalla,
que el día de la insolencia en las plazas se proclama,
de la supinez exaltada emerge bando desalentador.

Maestros que las lenguas del infierno invocan con la mirada,
cual devoran los angelitos cobijados en sus escamas.
La coraza de general y la espada de batalla,
el bastón de mariscal creen los idiotas sostener,
cuando en brisa profana al vuelo sueltan sus injurias,
cuando sus reproches reprobatorios son injerencias injustas.

Cuando el pequeño cobalto que yace en el taburete,
suena silenciado, brilla apagado.
El temblor del suelo anuncia el pasado,
que tumba la puerta sin apenas avisar.

Insolentes armados contra mis sienes pregonan,
las arras de mi nombre con derecho a difamar se creen.

El día de la ignorancia ha llegado, ¡Celebremos!
Las irracionales críticas de los iracundos, ¡Refutemos!
Las lanzas de las víctimas hechas verdugo, ¡Ignoremos!

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