lunes, 12 de enero de 2015

Gracias Soledad

Odiada Soledad:

Te quería escribir esto porque estoy harto de ti. Si, harto de tu insistente compañía. Por tanto, si, quiero cortar contigo. He de decirte que estos dieciséis años junto a ti se me han hecho eternos. La verdad me gustaría darte las gracias. Gracias por todas aquellas noches llorando sin control porque por tus celos no podía ser amado. Gracias porque por culpa de tu indiferencia me he consumido yendo tras gente que no merece la maldita pena.

Gracias por esas noches en las que los remordimientos me atacaban, gracias por esas confusiones a drede que pones antes de que repose en mi lecho. Gracias por esas sonrisas que me borraste, gracias por esas ideas suicidas que dibujaste en lo más interno de mi mente. Gracias por hacer que me enamore de imposibles para luego recurrir siempre a tu fria compañía y gélidos abrazos. 

Gracias por esas lágrimas de cristal que arrancabas de mis ojos al perder a la chica que quise. Gracias por recordarme que serás la única que me será fiel, que nunca defraudaria en dejarme triste, gracias por persuadirme que moriré solo, que no tengo derecho al amor, que he sido privado de el como cuando se castiga a un niño sin caramelos.

A mi me has castigado de los besos, de las caricias, haciendo que nunca haya tenido un primer contacto con una mujer quiérala o no, no me has privado de amar, pero has puesto en mi camino presas rancias, para que disfrazadas de suculentos corderos, se acerquen a mi y me enamoren con su jugosidad. y cuando le voy a incar el diente, están llenos de mierda y la carne podrida, pues vacías eran sus intenciones y huecas sus promesas.

Gracias por hacer de notar tu oscuridad, hacer que se estienda por los retazos de luz que me quedaban. Gracias por tu descomprensión y por tu abatimiento. Gracias por hacer de mi una persona mas callada y más antisocial. Gracias porque tu me desanimabas siempre recordandome que era feo, y que nunca llegaría a ser un cisne. 

Considera esta carta una despedida vieja amiga. Debes saber, por tanto, que nuestro odio es imposible. Hubo un tiempo en el que te necesité para que alimentaras mi pluma, pero mi pluma se me ha revelado. Esta harta de escribir odas a la tristeza, por tanto no redacta una jota más hasta que no cambie de moza.

Piensa lo que quieras. ¿Te he engañado con mi pluma? Pues... si, te he engañado con mi pluma, porque ella me ha sabido dar lo que tu me negabas. La pluma ha sido mi compañera, ella es la única que me entiende. Me escucha, nunca habla pero me escucha. Es el canon sobre el cual desato mi ira titánica y libero estrofas, versos, y párrafos con tinta de sangre salida de mis más superficiales venas.

En fin, no me gustan las despedidas, aunque fueras la mas odiosa de mis enemigas, tengo sentimientos, y temo, que si no corto esta carta ahora, voy a empezar a reir como un loco, por todo lo que he llorado, por lo tanto... Este es el final...

De todo corazón espero que te vaya lo peor posible. Espero que jamás nadie te quiera para si, te deseo un futuro lleno de sociópatas, pues es la única clase de gente a la que le gustaría compartir de tu odio. Gracias por todo lo vivido, perdurará en el rincón más oscuro del olvido, junto a aquellas canciones de Sabina que nunca llegaron a ver la luz...

Tu mayor debilidad:
El hombre de escarlata.

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