domingo, 5 de julio de 2015

Fría soledad.


¡Oh soledad cuan áridas son tus calumnias!
A mi seco pecho ponen espanto.
Soledad, tus caminos inexpugnables son,
Las sendas de tu angustia inexcrutables se me hacen.

No hay noche que sueñe, en mi cama,
con una vida en la que tu no estes presente,
una vida relajada, lejos de las codicias de esta fama,
que nadie nunca más mi pasado me recuerde.

¿Por que oh cielo queréis verme sufrir?
¿Por que tierra gozáis con tal descaro?
¿Por que siempre por los demás me afano?
Me preocupo, corro presto por personas,
quienes de agua son sus venas,
quienes tienen por corazón las hormonas,
quienes ahogan en penas sus penas.

Confórmate, eso es lo que dicen los corazones ajenos,
ignorando que mi alma sujeta pesada carga,
un ser en pena, que ni distingue lo malo de lo bueno,
un estorbo, un esbozo truncado de felicidad,
quien el desengaño aún le turba la amistad.

Mi reposo serán las espinas de mi cama,
los licores que remojan esta calma,
las venas que aún respiran por aquellas,
que me dieron del veneno de sus encantos,
Dulces amapolas, rosas bellas,
quienes en un día cubrieron mi cara de espanto.

Quienes rasgaron de mi corazón sus vestiduras,
y a mi alma sin reparo pusieron cadenas,
asemejando asi de los yates las ataduras,
que un suspirado corazón, que un moribundo ser,
pedía clemencia, lo que no sentia lo pedía ver.

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