miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pañuelos de colores.

Pañuelos de regalo, uno dorado de compromiso,
pañuelos con forma de flores, de coches,
de cajas de bombones
o de vídeos de canciones.

Pañuelos de formas, pero ¡Pañuelos!
Quien te empuja a la risa es un farsante,
un ilusionista, un mago que a tus ojos atrae.

Interior gueco, corazón necromorfo,
alma muerta, aliento hediondo,
de Boss, pero hediondo.

Sepulcro blanqueado te provoca a risa,
te saca un conejo de su chistera,
¡Oh, que milagro! ¡Que Dentera!

Su cuerpo, polvoriento, desintegrado.
Hercúleo pero polvoriento, deshinchado.
La fuente de su poder, agua de mayo,
flauta seca, grande pero falto,
imponente pero blandito,
penetrante, pero dañino.

Atractivo príncipe azul,
cara de sapo, deyección de abedul.
Y tu, rosa de los vientos,
¡Qué pena me das!

Podrías ser feliz si quisieras,
pero No.
En un visto y no visto,
afianzas el fruto de tu quimera,
al mismo que te propone la luna,
y por detrás te proclama ramera.

Esto te acontece por buscar el polvo,
pretender lo corruptible,
y anhelar lo sensible.

Créeme, cuando te digo,
que al final sobrevive lo inteligible,
lo incorruptible y lo eterno,
¡ES EL ALMA!.

Si el alma de ese ilusionista
es profana, ¡O de ella reniega!
Si carece de amor fiel,
por mucho placer que te de,
por mucho teatro
que haga  entre sábanas,
nunca podrá amarte,

ya que tu,

que conquistas todas las flores,
para él serás como las demás,
simples Pañuelos de Colores.

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