sábado, 16 de mayo de 2015

Oda al mar.


Oh dulce mar, oh tempestuoso océano,
revestido de azul con fondo de ébano,
no eres tu, no es tu profundidad la que me asusta,
es tu secreto, el que me repugna,
el que todas las noches me pregunta,
¿Quien eres hijo de Nadie?
Desecho del estorbo,
del planeta una carie.

Y es que el mar está harto de mi,
como cualquier cosa en este mundo,
harto de que cargue sobre el el peso profundo,
de mis amores desvirtuosos, de mis hazañas
de mis batallitas de amor, de mis honorables patrañas,

No me extraña, mi vida entera una mentira,
una broma absurda y macabra, una pantomima.
¿A quien quiero engañar?

El mar no vendrá a mi, más yo no puedo ir a él.
Mi cometido es quedarme aqui y observar como la hiel
devora poco a poco silenciosa,
los quejidos de una alma, que perniciosa,
se diluye entre el ácido,
de un pasado imaginado,
de un futuro inventado,
de un presente ilustrado,
donde fue feliz,
bebiendo el cáliz,
de la eterna redención.

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