miércoles, 28 de octubre de 2015

Besos.

Algo que no he probado. No se a que saben, no se como se hacen, si se fabrican, o si son genuinos, Su dulzor me es desconocido, inexplorado, virgen. Ver a otras personas querer, me es tan dañino para el corazón, el cual incrementa sus latidos al ritmo de las luces que surcan el cielo de mi mente, nublada al ver gestos de amor a los que yo no he tenido acceso. Lamentos y lamentos llenan la bañera de mi casa, de todas las lágrimas que he derramado. Que raro; no hay ninguna marca, ninguna huella, ninguna señal de que alguna vez sucumbí a los besos de alguien que me hiciera sentir especial.

Que raro que donde fui a ser feliz, no encuentre más miseria que el pan de cada día, las insinuaciones y los comentarios a escondidas, donde cobardes urden sus planes para derrocar a mentes más poderosas que las suyas, donde la envidia corroe hasta el metal más duro, allá por las tierras donde el olvido es real y la felicidad una ilusión.

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