martes, 6 de octubre de 2015

Rosa, rosa


Rosa, rosa
que en el firmamento donde dibujas,
las estrellas de tu brillante mirada,
no me ciegues los ojos con miniaturas,
de ese aire que cala, esa calada,
esas luces de verbena, ese infierno sin ti.

Rosa, rosa,
no pidas que te desprecie,
pues aun tus afrentas,
no suman el hecho de verte,
sentarte en el desván,
charlando con mancebos
de piernas calientes,
solo para darme celos,
y apuntalarme contra el corredor.

Rosa, rosa,
no pidas ser cortada,
pues aún tantos soles verás,
como ríos tiene mi brazo,
como espuma resurgirá la verdad,
como nubes en medio de un cielo raso.

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