sábado, 18 de abril de 2015

Déjame saber...


¿Cómo has cambiado hija del sol?
Que tus cabellos no tienen el mismo color,
que tu alma no siente con el mismo fervor,
que tus palabras ya no seducen como antes.

Tu que tenías el lucero de la mañana a tu espalda,
y a la luna la tenías detrás de invitada,
conociste temprano los placeres carnales lujuriosos,
y ahora con movimientos calmados pero ruidosos,
defiendes una vida que no va contigo, 
no con la tierna chica que habló conmigo,
cuando la inocencia reinaba sentada en tu mirada.

Déjame saber una cosa preciosa, guardada, ésta demando,
déjame saber que fue de ti, que fue de tu encanto, 
perdido entre los edredones de algún espanto.

Ojalá volviera a aquel tiempo,
cuando despertabas en mi angustia, desasosiego,
pues chica, ahora me pones en aprieto,
no se que pensar, no se que creer, no se que sentir.

Tan solo, hija de la luna, recuerda,
que el amor verdadero no espera
a noches tempestuosas, donde la fiesta del sudor, 
de las lágrimas y de la excitación, en las que,
un te quiero es relativo, un te amo, inexistente,
solo se ven ante la llama de la pasión, 
besos arrítmicos, caricias corrientes,
dos soñadores de una ilusión,
tan solo una noche de gloria,
sin ausencia de corazón.

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